lunes, 9 de enero de 2012

Zumalacárregui. Benito Pérez Galdós.

           Después de casi 20 años, Pérez Galdós, desdiciéndose de su epilogo en Un faccioso más y algunos frailes menos vuelve a la carga. Continua, demos gracias a Dios por ello, con sus Episodios nacionales: comienza su tercera serie.


Así nos lo cuenta.
"Al terminar, con Un faccioso más y algunos frailes menos, la segunda serie de los Episodios nacionales, hice juramento de no poner la mano por tercera vez en novelas históricas. ¡Cuán claramente veo ahora que esto de jurar es cosa mala, como todo lo que resolvemos menospreciando o desconociendo la acción del tiempo y las rectificaciones que este tirano suele imponer a nuestra voluntad y a nuestros juicios¡"
          El final de la anterior serie nos dejaba en pleno inicio del conflicto civil conocido como la primera guerra Carlista,  con  sucesos y disturbios varios en la capital de España.  Con este nuevo episodio nos internamos en el campo de batalla. Para ello nada mejor que seguir al general faccioso más emblemático de estos primeros años de la guerra: Zumalacárregui. El escritor canario elige la figura de este mando militar para introducirnos de lleno en las refriegas y batallas de esta guerra. Desde luego en este Episodio nacional se habla mucho de militares y de estrategias. Pero esto da pie para tratar muchas más cosas. Galdós se nos pone quizá más filósofo que de costumbre y a través del personaje del sacristán aragonés José Fago (¿les recuerda algo este apellido?) hace reflexionar y debatir a sus personajes sobre las razones, la lógica y  la moral de la guerra. No estamos ante el pacifismo de Lennon, falta mucho tiempo todavía, y ni siquiera me imagino al escritor canario introduciendo una flor dentro del fusil de un soldado, pero si se nos revela entre lineas lo absurdo que le debían de parecer las guerras y más todavía las que se producen entre ciudadanos de un mismo país... Los personajes y el propio Fago hablan, discuten y charlan sobre sus motivos y consecuencias, y como predominan los clérigos, también sobre si la religión tiene algo que decir al respecto. Pero también de ardor guerrero y de crueles lógicas militares.

         Siguiendo a Fago y siguiendo a Zumalacarregui esta vez nos damos una vuelta por  tierras vascas y navarras. Primeramente contemplamos la peripecia del traslado oculto de un cañón que le encargan al sacristán cuando este tiene su vena más guerrera. Toda una odisea, mayormente nocturna, desde una playa del Cantábrico hasta el interior de Navarra. Posteriormente se van sucediendo las batallas, la crueldad, el salvajismo, pero también el arrojo, el valor y el compromiso por una causa. ¿Donde está el límite de uno y de otro? Galdós con su clásico estilo nos introduce en la historia sabiendo ver las cosas malas y buenas de unos y otros. Este hombre suspendería en la asignatura de manipulación.
         Y por ultimo una curiosidad. Una de las ventajas de leer libros con unos añitos es que nos encontramos con informaciones que el paso del tiempo, lógicamente, ha hecho olvidar.  No se realmente si tiene que ver pero, al respecto de la coloquial palabra “guiri”, y puesto en en boca el término en un personaje femenino, podemos leer lo siguiente:

"(…) y me fui a Zaragoza, donde hablé con un chicarrón de infantería de la Guardia Real, ya sabe, los primeros que vinieron hace dos años a sofocar la facción (carlistas), lo cual no la sofocaron.(…) A los de la Guardia se les llamé entonces guiris, por que llevaban las tres letras, G.R.I. en la gorra y en la cartuchera, y guiris se les llama todavía".

1 comentario:

  1. Gracias por el amable y acertado sumario. Solamente quisiera aclarar que Fago no era sacristán sino, por confesión propia, cura ordenado con misa cantada y todas las de la ley.

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