miércoles, 23 de septiembre de 2015

El gran Gatsby. Francis Scott Fitzgerald



          Normalmente cuando empiezo a teclear frenéticamente en búsqueda de completar la correspondiente entrada del blog lo más rápido posible, tiro palante sin antes haberme informado mucho en Internet. Algunas veces si lo hago, pero pocas. En este caso llevo 10 minutillos dando vueltas por la red buscando información sobre esta novela y no es porque tenga dudas sobre la trama, que alguna tendré, sino porque hay un hecho que me ha sorprendido durante la lectura de la famosísima novela de Scott Fitzgerald. Se trata de la traducción al castellano. La edición que he leído, Alianza, tiene una traducción que por momentos me ha parecido enrevesada en el sentido de que muchas frases serían imposibles de oír o leer en castellano, me refiero a una obra nativa (esto de los nativos está de moda en las elecciones catalanas). No voy a o poner ningún ejemplo de estas frases casi artificiales que he podido leer,  ya que no tengo el libro a mano, pero para añadir más sorpresa la edición lleva como subtítulo la apostilla de “edición de los traductores”. Después de la mencionada vuelta por internet observo que efectivamente se ha reeditado en gran cantidad la novela y que cada editorial ha encargado su traducción a un traductor diferente y que evidentemente las traducciones al castellano difieren y no en poco, como por cierto en una web se encargan de desentrañar en un admirable labor comparativa.

       En fin, justamente y ahora me pongo con la entrada, realmente ha sido la traducción lo que menos me ha convencido de esta novela ambientada en aquellos locos y felices años 20, dice el tópico, con una historia de gente acaudalada, con dinero sucio de por medio y con cuernos por todos los lados. Fiestuquis, música a todo trapo, eso si, nada de chunda chunda,  viajes y retornos al Nueva York de aquella época. No cuenta nada más para eso ya esta la Wikipedia.

Interesante lectura.

El poder y el Imperio. Daniel R. Headrick



        Otro libro de historia de esos que más que intentar explicarla (la historia, me refiero) pretende entenderla e interpretarlo (la historia, obviously). En este caso, y aunque el título no parezca tener mucho que ver, el autor va a analizar como los imperios, básicamente europeos, han utilizado la tecnología para sojuzgar a otros pueblos carentes de aquella, o al menos con un cierto retraso en su conocimiento y uso.

       En los diversos capítulos el historiador nos va contando la ventaja competitiva que supuso acceder a adelantos marineros, en armamento  o en el campo de la  medicina. Si el hombre blanco pudo ir a conquistar terrenos habitados por personas de tez más oscura  lo hizo en gran parte amparados en un mayor potencia tecnológico (esto, por cierto, parece una continuación o parte, de Armas acero y gérmenes de Jared Diamond). Curiosamente, o eso me parece a mí que es lo que tengo más reciente, en los últimos capítulos nos cuenta como en el siglo XX el dominio tecnológico, (armamento es de lo que estamos hablando) no ha sido suficiente para derrotar a países, ejércitos, de menor entidad militar ( nos habla de Indochina, Vietnam, o Irak) por ejemplo.